Cartas pa’ seguir viviendo: Autosuficiente
Puedo levantar el peso del mundo sobre mis hombros. Es más, me desafío a hacerlo posible con una sola mano, mientras que con la otra puedo hacer malabares, cuando alrededor mi universo arde en llamas.
Podría caminar
sobre las brasas, nadar; bracear y bracear, aunque ya no me queden ganas, pero,
qué es lo que quiero probar.
Este
sentimiento que me amarra la garganta, lentamente me hace perder el
conocimiento. Necesito ir más lejos, aún si significa que estoy huyendo. ¿De mí
mismo? Que ya no puedo ver mi cara en su reflejo, pequeñas sombras danzantes
que me apuntan y se burlan, sintiendo iracundas las entrañas que me siguen
dominando.
Entonces, ¿tengo
que sostenerlo yo solito o vale la pena compartir este suplicio? Porque
requiero de la mano amiga, esa misma que lava la otra, que me hace ser poderoso
pa’ enfrentarlo todo.
Si me consiento
preguntarlo, nuevamente siento la insolente vulnerabilidad que me hace tiritar,
por lo que, solo voy a coger tu mano y confiar que a tu lado se puede ver más
allá del cielo y de los astros. Porque, cuando sujeto tu mano, es tu
compañía que perdura, que me da la valentía pa’ continuar.

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