Cartas pa’ seguir viviendo: Epílogo
“Cómo estás” es una pregunta que acribilla en el aire. La verdad es… no sé si su propósito me reconforta. Siento que nada basta. Y no importan los esfuerzos que hago, porque si la realidad pudiese enfrentar tan maldito cuestionamiento, no estoy bien. Y eso está bien.
Regocijado con
mis privilegios, cada esfuerzo es otra munición que gasto, y aunque estamos
llegando al final del túnel, pareciera que la oscuridad es perpetua.
Y mi sanidad
mental, la estabilidad que con tanto ahínco atesoro, se revienta. Pero
descuida, estaré bien. De presente futuro.
Embriagándome
en té, escribiendo cartas que nadie va a leer, aprieto los dientes bajo la
presión, pero me pregunto constantemente: ¿cuánto falta? Tal vez pueda
aguantarlo. Llorando entre sesiones, respirando y volviendo a empezar, avanzo
un poquito y doy dos pasos hacia atrás. Hago una pausa y me desmorono, abrazo a
mis padres y, nuevamente, me quejo, porque puede que esto no tenga un desenlace
oportuno.
¿Qué no hay mal
que dure cien años? Otros cien años de soledad no podría soportar. Y ya no
quiero repetir, inmerso en un ciclo que no termina, en caída libre me reía,
pero estoy casi aferrándome a la fuerza y a mi voluntad.
Detente,
sonríe, respira y agradece. Vuélvelo a repetir. Que no está bien ni lo merecemos,
pero promesa de gozo es la abundante esperanza del mañana.

.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario