Mi amor y yo: 2.11 El azul más profundo (Vol. III)
    Solo
era un pajarito danzando sobre la arena blanca, tan diminuto y frágil, y gocé
cada minuto que estuve sobre la arena.
Me
moví y dancé por horas, sumergiendo mis patas por cada granito que podría
empuñar y me los restregué por todo el cuerpo. Quería sentirme vivo, uno con el
universo.
Y
así como te reclama, te pide que vuelvas al comienzo, la sangre corre ligera
por las venas, y renací de las cenizas, con la tierra revuelta en agua
cristalina. Con ambas manos tomé el barro y se creó la figura que yace sobre el
reflejo del mar.
Dicen
que –polvo eres y en polvo te convertirás-, pero, cuando este cuerpo resurja
del barro y agua salada, al secarse mi armadura, ¿me desvaneceré con el viento?
De
qué sirve que le reclame al aire, cuando este vacío me llena de ansiedades y
espinas, creyendo que encontraré respuestas en las ramas de los árboles, porque
en ningún lugar encontraré la certeza de ver el sol despertarse desde el
rinconcito de tus ojos dormidos, hasta esconderse bajo la palma de mis manos.
¿Crees
que deba escuchar su llamado? Que su voz se siente refrescante sobre mi nuca y
quiero flotar hacia el más allá.
Quiero
que sepas que no siento temor. Porque hice las paces con cada una de las
costuras de este entramado de pasiones. De lo que me acoge y me cubre. También
le pedí perdón a cada uno de los fantasmas encerrados en casa y los deje ir,
libres, al igual que los espectros que se escondían bajo la cama.

.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario