Mi amor y yo: 2.12 La luz renace (Vol. IV)

    Aunque deje el agua correr por cada curva de mi cuerpo, tentado a sumergirme, el ancla siempre me va a empujar a la superficie.

Los recuerdos se proyectan como fotografías a lo largo del mar. Puedo contemplar días festivos; velas que se encienden y apagan de un solo soplido. Veo paseos en familia, caricias de antiguos amores y risas con amigos entrañables. Y también me doy cuenta que, quizá, lo di todo por sentado.

Sé que vale la pena respirar el aire, pisar fuerte sobre la hierba y gritar que te quiero a los cuatro vientos, pero, necesito traspasar los límites.

Quise coger las fotografías, tocar y conmoverme con los bellos momentos que alguna vez viví sobre la tierra, pero en cuanto los tomé y abracé contra mi pecho, estos reventaron como burbujas.

Si me voy con la corriente, puede que mi cuerpo se encuentre enterrado como tesoro escondido, bajo la penumbra de la marea y lo recóndito de sus misterios. Si dejo que la marea me arrastre hasta el fin de los tiempos, puede que no me perdonen, porque, sinceramente, puede que ni yo lo haga. Si consiento que el mar me lleve lejos de su alcance, cómo sabré sobre el origen del universo; por qué la hierba es más verde del otro lado, por qué los pájaros viajan al norte en invierno o cómo sigue nuestra historia. ¿Acaso tendrá un fin?

Mientras mis pulmones colapsan con el oxígeno que me mantiene con vida, toda la memoria me inunda la mente y aunque trato de cerrar la llave para evitar que se desparramen las emociones, el nudo en el corazón me empuja directo hacia la luz.

De alguna manera, lo quieras o no, aunque la luna irrumpa con su destello, la marea seguirá llegando hasta la orilla para que nos encontremos otra vez. Porque es parte de la vida.

Ya estaba escrito.

Comentarios

Entradas populares