Mi amor y yo: 3.05 Revelación
    Y
veo que esta existencia cobra vida como en la emisión de una película romántica
antigua, esas del viejo Hollywood. Las que son olvidada con el paso del tiempo
y ya no debería transmitir.
Al
principio, creí que se trataba de una decepción, porque, en serio, no podía
creer que la mecánica de mi corazón solo pudiese servir como artefacto de
destrucción. Que, si me acercaba tan solo unos centímetros, todo podría volar
en pedazos. Entonces, decidí mantenerme distante de cada toque, aunque fuese
cariñoso, ocultándome tras una capucha que me hacía invisible a las miradas que
no confiaba.
En
mi fantasía, la magia de la capucha no solo me mantendría invisible, sino a
salvo de los golpes y caricias.
Ahora
sé que me equivoqué, y ya que es tarde para pedir perdón, aunque sea de Dios, siento
que he malgastado el tiempo en esta vida. Pero tengo esperanzas que, quizá, todo
me salga mejor en la próxima.
Aun
así, es preciso que el mundo sepa que este corazón no solo es un artefacto de
tortura y demolición. Tampoco es un cajón para guardar sentimientos no
correspondidos, impulsos peligrosos y anhelos. Que no solo vivo para complacer
deseos ajenos que me atan; a pretendientes que se pierden en lo distante de mi
presencia, porque no vivo para romperme en mil pedazos.
Y si
es que he de romperme, ojalá que cada una de las piezas pueda sembrarse en
tierra fértil y las sensaciones vayan floreciendo sobre un prado colorido de
vivas emociones, que luego exploten sin más en el infinito.
Al
fin quiero celebrarme a mí mismo y dejar de compararme con su consentimiento.
Quiero vivir mi vida liberado de los prejuicios de esta putrefacta sociedad y
de los amores mezquinos que presagio antes de un nuevo amanecer. Porque, hoy me
permito ser yo y eso es todo lo que importa.

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