Mi amor y yo: 3.08 Romántico incurable (Parte I)
    Vivo
en un mundo donde las aves vuelan libres como barquitos de papel. A veces
cuentan con un destino, un propósito, y pueden llevar deseos de un lado al
otro. Lo único que tienes que hacer es susurrar una plegaría y van a cantar el
anhelo que esconde tu corazón.
Cuando
el río fluye contra la corriente y siento que nada tiene sentido, me acerco y
sumerjo mis manos para encontrar alguna respuesta, entonces, la danza de las
hojas me emociona y suelo perder la concentración. Y podría quedarme
contemplando eternamente las nubes que se balancean por el cielo como si fuese
un parque de diversiones. Me siento inspirado por la bocanada de aire que
proviene del norte, de las olas que arriban a la orilla en busca de algún
marino o del tiempo que ligeramente nos abandona con su paso.
¿Podrías
retenerlo para mí, aunque fuese un segundo? Que solo necesito de un instante
para enamorarme o, quizá, ya lo estaba y no me di cuenta. Pero, ¿será posible?
De
pronto, ahí lo escucho nuevamente. Un golpeteo que mece mis huesos, uno por
uno, exigiéndome que vaya más allá de lo evidente, que ya podría ser demasiado
tarde. Y lanzo una carcajada al vacío, ya que, justo aquí, el tiempo es sostenido
por la fantasía que escribe tu nombre.
La
vibración se hace cada vez más fuerte, dejando los desastres naturales como
señales que debo perseguir entre mis ensueños. Y frente a mis ojos, descubro
que los minutos se escandalizan ante las olas que no parecen tener fin. ¿O lo
tiene? (…)

.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario