Vida pasada: Ya no me da pena.


Los domingos melancólicos

solo necesitando una tacita de té

y una cobijita pa’ sobrevivir.

 

Él solía ser un hombre

esos que no aprecian los domingos,

me decía que eran tristes,

me hacía creer que era el fin del mundo

y yo le creía.

 

Y en un domingo como hoy,

no sentí ni una pizca de nostalgia

ni ganas de romperme en llanto

solo dibujé una sonrisa en mis labios y seguí.

 

Y patinando me encontraba

flotando y escuchando la música

retumbándome en los oídos

y las horas se esfumaron

o quizá estaba escapando

de una sensación envolvente

como cuando te vas apagando

de poquito a poco y,

de repente, te quedas a oscuras.

 

Hoy día, ningún recuerdo visitó mi memoria

solo momentos que se deslizaron por mi mente

arrepintiéndome a ratos

del tiempo que siguió su curso y con él

también la vida que alguna vez vivimos.

 

Y la nostalgia que suele traer

lo nublado y perezoso de un domingo

tarde en la noche

bebiendo el último tazón de té,

abrazando cada uno de los recuerdos

que la vida me regaló a su lado.

Comentarios

Entradas populares