¿Alguna vez te has enamorado? - El hombre que no se puede mover.


Cuando la claridad del alba atraviesa delicada por mi ventana, de par en par, abro los ojos y me encamino a mi destino por el mismo sendero que te vi llegar.

No lo olvides. Yo no lo hago. Conozco de memoria el camino a tu lado, como la palma de mi mano.

Y estoy aquí, justo donde me dejaste. Traigo tus flores favoritas, un ramo de nomeolvides que reposa en mi antebrazo, igual que este amor que por años me he negado.

Me paro de frente y veo hacia ambos lados. No pienso moverme de aquí, ni un solo centímetro. Aunque llegue la lluvia y quede todo mojado, expuesto a la intemperie, con lágrimas cálidas rodándome sobre las mejillas. Aquí me voy a quedar.

Sé que el tiempo pasa y nunca perdona, pero tampoco podría dejar pasar esta indiscreción. Por lo que respiro profundo, me planto seguro con ambos pies y con la cabeza en alto. Me mantengo parado, de frente a la puerta de tu casa. Toco el timbre, una vez, dos veces, repetidas veces, aunque pueda molestarte. Quiero que me escuches. Necesito que me escuches. Y sigo tocando, perseverante, aunque me dicen que ya no estás.

No me olvides. Yo no lo hago. ¿Y cómo podría? Aún te amo.

¿Y realmente quieres que me olvide de tu nombre? Todavía ni puedo borrarme nuestro primer beso de los labios, menos sería capaz de desconocer las facciones de tu cara o la pequeña arruga en medio de tus ojos cuando lees o sonríes, o piensas en un plan, esos en los que siempre me incluías. Y ahora me quedo varado bajo el umbral, contra el silencio. Del frío de tu indiferencia.

Sé que estás ahí, escuchándome, presenciando en primer plano la humillación de esta impertinente súplica. Seguramente estás avergonzado del llanto que me impide hablar con claridad, y es que ya no sé cómo podría hacerte entrar en razón. Solo quisiera dos minutos de tu tiempo para volverlo a intentar. Para seguir buscando tu perdón.

Solo quiero que me escuches, para que sepas que el cielo está estrellado porque tus ojos contemplan el más infinito de sus misterios, que los días son cálidos porque respiras buenos pensamientos y que las flores abren sus pétalos al mundo, sin miedo, agradeciendo los pasos que damos a cada momento. Y yo estoy igual de agradecido por tener la dicha de llamarte “mi amor”. Solo quiero otra oportunidad.

¿Ya me has olvidado?

El ramo de nomeolvides se me cae al piso. El teléfono suena apagado. Las cartas siguen amontonadas en el buzón. Los vecinos me insisten con la cantaleta de que no estás en casa, inventando un guion sobre que te fuiste a vivir lejos, disfrutando de tu mejor vida, tu mejor versión.

Pero no me voy a mover. Por si algún día me echas de menos y decides volver. Voy a seguir aquí, esperando, ya sea por un día, un mes o un año. Voy a seguir justo donde me dejaste, donde todo terminó.

Comentarios

Entradas populares